Cuidado cuando juzgas a tu hermano

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“Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo”. Romanos 2:1

“Juan estaba manejando tarde una noche cuando recogió a un muchacho que le pidió un aventón. Mientras iban en el camino, empezó a sospechar del pasajero. Juan revisó si su cartera estaba segura en el bolsillo de su abrigo que estaba en medio de los dos asientos, ¡pero no estaba ahí! Así que frenó rápidamente, y le ordenó al pasajero que saliera del carro, y dijo: “¡Dame la cartera inmediatamente!” El pasajero lleno de miedo le dio la cartera, y Juan se fue. Cuando llego a casa, le empezó a contar a su esposa de su experiencia, pero ella le interrumpió, diciendo, “Antes de que se me olvide, Juan, ¿sabías que dejaste tu cartera en casa ésta mañana?”


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Job era un hombre recto, justo, temeroso de Dios, con ninguno en comparación para su época, dicho por el mismo Dios, Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? Sin lugar a dudas esto conmovió a celos a Satanás en contra del justo Job, e inicio su arremetida, de la manera en que mejor lo sabe hacer, Acusando.

La acusación es el pan diario de Satán ante el nuestro Amado salvador, es por eso que El mismo Dios en su tiempo, y de acuerdo a sus divinos e incompresibles planes (no del todo cerrados a la comprensión de sus hijos) echará fuera al acusador, Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.

Cuando nosotros como hijos de Dios tomamos la postura de acusar a nuestro hermano ¿se sentirá agradado Dios?, ¿estará El conforme con nuestros actos?, ¿esa acción acuadora viene de parte de Dios hablando a nuestro espíritu? , son preguntas que nos debemos hacer para nuestro interior, y así dejar caer el manto Divino de nuestro precioso consolador, y que sus razones entren como agua en tierra sedienta dentro de nuestros corazones y concluir con su preciosa guianza; si hablo de mi hermano y lo acuso sin tener en claro mi posición en el asunto, estará bien delante de mi Dios?.

Tal vez en muchas oportunidades nos apresuramos a pesar demás y a acusar a nuestro semejante, y así como Juan en vez de ser victima se convirtió en victimario, acuso a su copiloto de robo, nosotros podríamos en lugar de ser solución convertirnos en problema al hablar sin la guianza de nuestro Dios, y   como Juan finalmente, convertirse en lo que mas temía, que en su auto hubiese un ladrón.

 

 

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