Eliseo, Un milagro y una prueba

Eliseo, un milagro una prueba

Eliseo era un hombre temperamental, rígido en sus normas personales, dado a Dios, sin lugar a dudas, inspirado por ese mismo carácter que era cada día tratado por él.

La biblia narra un aparte de los milagros que Dios hizo a través de Eliseo, y uno de ellos y de los que nos atañe para este articulo sucede cuando, se fueron a trabajar los hijos de los profetas, a ensanchar su terreno porque ya era muy estrecho el lugar donde moraban (v.1) y rogaron a Eliseo que los acompañase, esto con el motivo de sentir el respaldo Divino en sus vidas. El acuerdo consistía en que cada uno debía tomar su porción de los árboles, es decir talar un árbol, procesarlo y obtener madera que beneficiara la construcción de una buena y espaciosa cabaña, y así contribuir a la causa de la expansión. Se resalta que no dejaron el trabajo cargado solo al líder sino cada uno se hizo responsable de su contribución.


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El día transcurría y tal vez contaban historias de hombres valientes, o anécdotas que recordaban los milagros hechos por Elías, pero sucede de repente algo que desvía la atención de todo el grupo y la centra en un hecho particular,  cuando uno de esos consagrados hijos de los profetas estaba trabajando en su contribución, se le cayó el hacha en el agua, y gritó diciendo: ¡Ah, señor mío, era prestada!, Eliseo de manera muy confiada, lo mira y sin más palabras que sus actos, lo convence de que Dios obra de la manera menos esperada para darnos su ayuda idónea, cuando estamos caminando conforme a sus propósitos, conforme a sus planes y trabajando en su bendita labor; Eliseo le respondió ¿Dónde cayó? Y él le mostró el lugar (v. 6), entonces Eliseo cortó un palo, y lo echó allí, e hizo flotar el hierro (v.6).

Tratando de entender qué sucedió en este hecho donde Dios ¡HIZO FLOTAR EL HIERRO!, encuentro que lo que allí pudo ocurrir fue un cambio en la composición de la estructura interna del metal, probablemente se expandieron los átomos dando lugar a espacio dentro de su red, espacio aprovechado por el material para cambiar su densidad y hacerse MENOS DENSO QUE EL AGUA pero sin transmutarse, es decir el hierro siguió siendo hierro y el agua, agua, pero logrando una flotabilidad de otros solidos como por ejemplo, el hielo, en definitiva ¡Solo Dios puede lograr tal desafío!.


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Desde el punto de vista científico y con los conocimientos acumulados por el despertar de la ciencia desde el renacimiento, no se podría igualar ni equiparar un proceso así, cómo en un par de segundos el Santo Espíritu, demostró posible,  su dominio y poder sobre las reglas de la física y química. Pero el tema no es éste… explicar científicamente el milagro es solo un comentario, pues lo que vale la pena tener presente, es que Dios usa a sus siervos de maneras inimaginables, para traer paz al corazón de un hombre afligido por la circunstancia del momento, y dar seguridad y respaldo al sucesor de Elías, demostrando una vez más que su presencia siempre está acompañándonos aun en los momentos más cotidianos de nuestras vivencias.

Importa resaltar de esta historia, el hecho de que hay condiciones que nosotros debemos superar, pues en el verso final Eliseo reta al hijo de los profetas, y le dice, Tómalo y él tomo el hacha; en este punto todo dependía de la decisión de creer o no en lo que estaba viendo, tomar ese milagro para sí y apersonarse de esas promesas dadas.

Querido lector, toma esa hacha y cree en ese milagro que esta sucediendo, tómala por tu fe,  cree que ya está hecho, pues lo que estás viendo es realidad, porque solo tú lo puedes hacer, solo a través de la fe en Dios lograrás solucionar ese problema que te aqueja, esa lucha que no te deja, esa circunstancia imprevista.

 

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