Año Nuevo: Nueva Oportunidad, Nueva Bendición

“Olvidando ciertamente lo que queda atrás…” (Filipenses 3:13).

¿Con frecuencia te has hallado al comienzo de un deber como un barco en un mar calmado, que al izar las velas no halla viento para inflarlas, mientras en las playas, bajo los árboles, se halla el viento que necesita en alta mar? Cuán semejante a esto es el año que está por delante.
Es una responsabilidad, algo que se nos ha confiado. ¿Has emprendido alguna vez un deber, con el viento dándole en pleno rostro, como si el Espíritu de Dios, en vez de ayudarte, quisiera hacerte retroceder? ¿No has visto que antes que el deber estuviera concluido Cristo se acercó caminando sobre el mar?  A veces parece que todo tiene que estar al frente de nuestros ojos para creer, pero realmente no, mi querido ‘Tomás’, no seas incrédulo, aunque estés en la situación más indecisa de su vida, sin ver nada por delante, es cuando más debes de confiar en Dios. “Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.
Luego dijo a Tomás: “Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. (Juan 20:26-29).

Quizás para ti amado peregrino, el año que viene es incierto aún, no sabes lo que te vendrá… bueno, no pienses en ello, solo piensa en las maravillas que el Señor va hacer contigo, solo cree que vienen tiempos mejores, que Dios no te va abandonar, así estés en los peores momentos de tu vida. ¡Ah!  “Olvidando ciertamente lo que queda atrás…” (Filipenses 3:13).

Aunque no veas, sueña, ‘cree tan solamente’; Abraham no vio el carnero que Dios había provisto para el sacrificio hasta que estuvo en la cumbre del monte, de acuerdo a la obediencia a Dios. Yo me imaginó a este patriarca tarareando tristemente un cántico de alabanza mientras subía la empinada montaña. En nuestros tiempos cantaría: ‘Mi corazón entona la canción, cuan grande es él, cuan grande es él…’; Isaac le habría preguntado varias veces mientras caminaban: ‘¿Padre, por qué estás triste…?’ pero cuando Dios se reveló y confirmó su fidelidad, bajó esa cuesta no tarareando un simple cántico, sino gritando las maravillas del Dios todopoderoso.

El cristiano a menudo sube el monte, el monte de la vida, del deber, el de la responsabilidad y no sabe lo que le espera… pero no te afanes, ni te preocupes, porque al subir el monte hacia el año nuevo veremos a Dios allí. Nunca pienses en devolverte, no te deprimas, sigue adelante siempre con valor, el Señor está más cerca de ti de lo que tú piensas.

“Jesús se acercó y caminaba con ellos” (Lucas 24:15). El camino pasa por verdes praderas y junto a aguas de reposo, pero también a través de valles de sombras de muerte, y por montes inaccesibles. Pero mientras avanzamos, nada preguntemos acerca del camino, porque nos lleva a nuestro dulce hogar, y Cristo camina con nosotros.

El día de hoy es un frágil puente que soporta su propia carga, pero cederá si añadimos la carga de mañana.  Cada año hay 365 cartas del Rey, cada una con su propio mensaje: ‘lleva esto por mí’. ¿Qué haremos con las cartas? Abre una de ellas cada día. El sello de ayer está roto; pon esa carta reverentemente a un lado. La cruz de ayer yace en el suelo. No debes volver a cargarla. La carta de mañana está sobre la mesa; no rompas aún su sello. Porque cuando el mañana llegue, habrá junto a nosotros una figura invisible. Su manto estará sobre nosotros… y nos mirará y con su cariñosa sonrisa nos dirá: ‘Como tus días será tu fortaleza’.

Amado peregrino, no olvides que el pasado, es un registro de gratitud; el presente, un registro de servicios y el mañana un registro de confianza. Confía siempre en Dios, cree que el nuevo año será el mejor de tu vida, que llegarán las respuestas a tus peticiones. Pero también ‘despojémonos de todo peso’ y ‘prosigamos al blanco’, con sencillez de corazón, ‘puestos los ojos en Jesús’. Que Dios te bendiga y que tengas un ¡Feliz año nuevo!.

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